No hay escapatoria. Sólo se puede correr al ritmo del tiempo. A uno, que fue niño, le llegó la hora de ser pirata. Al cacareo le ganó el Garfio. Busco en los bolsillos y no hay restos de duendes, sólo arena del reloj que no para de avanzar. Añoro los tiempos de hojas, de buscarle sentido a lo mundano, de fijarnos en todo, de disfrutarlo. Extraño la sensación de correr cuesta abajo hasta siempre que camino, de flotar en la cama antes de dormir, de saltar al despertarme porque tengo un motivo. Echo de menos la ilusión y las historias, los fuegos y las noches, el alma del bosque y la fuerza del mar. Quiero volver a tener los ojos, las coincidencias, los sentimientos. Sólo trato de ser yo y no aquel en quien me he convertido. Líbrame del garfio y dame alas. Apártame de este barco fantasma y maloliente. Una mirada incierta, una sonrisa al dente, una incertidumbre, un alma en la punta de los labios…
Algo de vida.
Solo quiero decir que comparto este sentimiento.
Añoranza.
Ahora: http://www.youtube.com/watch?v=nodNxWcAr7k
Ahora que la adolescencia es un septiembre lejano,
humo de cerveza en un portal, un verano inacabado.
Algunos años en la facultad de ciencias,
papeles escritos, ron de Cuba, hojas de hierba,
un tren dormido en una vía muerta,
la luz de la ventana azul que siempre estaba abierta.
Ahora que quedan tan lejos las playas de Corfú,
las estaciones de trenes de Praga, Hamburgo o Estambul,
los viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos,
la luz de una cafetería, los amores conversos.
Ahora que te cansas y las piscinas cierran,
y apura el último baño la luz de las estrellas.
Ahora que regreso a los lugares a donde quise huir
y nadie me espera allí.
Ahora que casi llego a fin de mes,
que amo a una mujer.
Que amo a una mujer.
Ahora que pago las facturas, que me besé en La Habana,
que sueño con Lacandona, que ya no escribo cartas,
que cumplimos más años que promesas,
que se hunden nuestros corazones como la vieja Venecia,
que llego tarde a los cines y al fin del planeta,
que alquilo un pequeño piso en un castillo de arena.
Ahora que duelen las resacas y cortan como una navaja.
Ahora que nadie nos saluda por los bares de Malasaña,
que pido auxilio, besos y comida por teléfono,
que fumo flores y lloro a veces mientras duermo.
Ahora que tiemblo como un niño abandonado.
Ahora que viejos amigos nos han traicionado.
Ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval,
la orgía en el Palacio de Invierno, de banderas y besos.
Se cayeron mis alas y yo no me rendí,
así que ven aquí,
brindemos que hoy es siempre todavía,
que nunca me gustaron las despedidas.
___
Ahora recuerda tus alas y descubre que no volar significa tener los pies en la tierra. Y que no volar no significa no saber sentir el viento, si no que la caída siempre será menos alta. Ahora mira alrededor y descubre que todos a tu alrededor también cayeron sin alas, y que los que tienes cerca ahora están más cerca que nunca, porque ahora, más maduros, sin alas, no dejaréis que meras corrientes de aire os separen.
Besos,